Hasta el final. El Racing Club Portuense esperó hasta la última jornada liguera para amarrar una permanencia que se iba complicando conforme pasaban las jornadas ante la impotencia y los errores. No había margen de error y ante el Marbella, que tan sólo necesitaba un punto, era necesario sumar de tres para eludir el descenso directo. Javier Otero sacó de inicio a Wilfred, Velázquez, Merino, Zanotti, Súarez, J.Herrero, Zurdo, Álex Cruz, Dani Zúñiga, Paulino y Raúl Molina. El encuentro comenzó con dominio alterno y muchas imprecisiones, entre el respeto de ambos conjuntos y los nervios propios de una situación bastante comprometida. El Racing intentaba llegar al área rival, pero se quedaba en eso, intentonas con poca precisión y escasas ocasiones. El cuadro malagueño llegaba muy de vez en cuando mediante Quini y Jabuti. Las buenas noticias iban llegando al estadio portuense, que acogió a unos 4.500 aficionados. El Mazarrón perdía y hacía lo propio el Alcalá, por lo que el descenso directo parecía poder evitarse, pero se mantenía en disputa la plaza de promoción. Con pocas ocasiones se iba agotando la primera parte hasta que Paulino plasmó su calidad individual y fruto de una gran internada cede el balón a Jorge Herrero que remata a placer frente a Ávila, materializando el 1-0 en el minuto 44. Se llegaba al descanso con la misma tranquilidad que el Racing transmitió a su animosa afición desde el terreno de juego, salvo algún susto anecdótico. Tras él no hubo cambios, y fue el equipo portuense el que controló el balón, al menos en los primeros quince minutos. Desde entonces los marbellíes controlaron la parcela central del campo y generaron ocasiones. Con la entrada de Sanlúcar en lugar de Raúl Molina, el Racing ganó en perspicacia y pillería, con algunos robos de balones que comprometieron al meta Ávila. El colegiado, López Puerta, pasó desapercibido durante buena parte del encuentro. En líneas generales, bien. La alegría entraba en el Cuvillo a través de los transistores con el definitivo 2-4 del Mérida en Baza, alejando el fantasma del descenso, y el mal menor de la promoción, convirtiendo en fiesta una permanencia asegurada, con una situación que beneficiaba tanto a Racing como a Marbella, por lo que ambos equipos se dedicaron a tocar el balón con cierta intención hasta que, tras cuatro minutos de descuento, se acababa la odisea. El Racing Portuense lograba la salvación tras una nefasta temporada de sufrimientos, errores y despropósitos en la que la única parte que cumplió sobradamente, fue la afición. Tiempo de disfrutar y de festejos... más adelante, tocará asignar responsabilidades y actuar en consecuencia.
(Fuente: eseracingoe.com)
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